La enfermedad de Alzheimer es una demencia degenerativa frecuente que produce deterioro en el paciente a nivel cognitivo, comportamental y funcional. Es por ello que resulta imprescindible la figura constante de un cuidador. Dado que la figura del cuidador del enfermo de alzheimer, así como otro tipo de demencias y deterioro cognitivo en general, es trascendental durante las 24 horas del día, la dinámica familiar cambia rotundamente produciéndose modificaciones en las rutinas cotidianas.
La familia y, muy especialmente el cuidador, modifica sus responsabilidades, reorganiza sus necesidades y deseos para colocar en primer lugar los del paciente, y se ve inmerso en tareas de cuidado sanitario que tiene que aprender. Pocas personas están preparadas para la responsabilidad y la sobrecarga que significa cuidar a un adulto mayor que presenta la enfermedad de alzheimer o demencia. La información adecuada acerca de qué es el mal de alzheimer, cómo tratarlo y cómo manejar al paciente ayudará a comprender mejor este impacto inicial, ayudará también a que podamos luchar contra el preconcepto, a evitar la infantilización del paciente y a mejorar la calidad de vida de esa persona y también de sus familiares. Los cuidados van a ser trascendental para la calidad de vida del enfermo y para la información de su estado al médico geriatra o neurólogo, ya que llegará el momento en que va a ser el único referente que el anciano tenga con el mundo exterior, por lo que es imprescindible que posea un adecuado nivel de información sobre los procesos por los que está atravesando el paciente de Alzheimer y la formación conveniente para actuar ante los problemas que irán surgiendo a medida que el deterioro cognitivo progrese.
Tener una persona querida enferma de alzheimer y cuidarla las 24 horas del día es una situación muy difícil que remueve muchos sentimientos. Es importante identificar los sentimientos y no negarlos. Si los sentimientos controlan al cuidador, disminuyen sus posibilidades de sobreponerse ante esta situación y le afecta a la capacidad de cuidar. Llega un momento que puede que la persona encargada de cuidar al enfermo no entienda sus necesidades ni las de él. El hecho de disponer de conocimientos sobre la enfermedad también ayudará a evitar ciertos trastornos muy habituales en los cuidadores como son la depresión o la ansiedad. Si no se toman las medidas oportunas, con el tiempo aparecen tensiones personales y familiares vinculadas al cuidado, el miedo, la pérdida de control de la propia vida y la incertidumbre de la duración del proceso de enfermedad.
Para prevenir la aparición de patologías asociadas a las labores de cuidado en el contexto de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias es recomendable buscar el apoyo de residencias y lugares con experiencia en el manejo y cuidados de adultos mayores con estos padecimientos.