Japón tiene el récord de país con el mayor número de centenarios, y los habitantes de Okinawa –una de sus islas–, no sólo son los seres humanos más longevos del planeta, sino que además disfrutan de un envidiable estado de salud.

Científicos de todo el mundo, que han estudiado el fenómeno, han comprobado que en Okinawa la incidencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer, dos de las principales causas de muerte en el mundo, es muy baja. Y parece que han llegado a la conclusión de que el tipo de alimentación tiene mucho que ver en su larga y saludable vida.

¿Y qué es lo que comen los okiwaneses? Craig Willcox, uno de los autores del libro “El Programa Okinawa”, explica las principales características de su dieta, que incluye pescado –una media de tres raciones semanales–, verduras, soya, cereales integrales, algas kombu –que tienen un alto contenido en yodo–, tofu, calamares y pulpo. Entre los vegetales que más consumen destacan una especie de batata morada –rica en carotenoides, flavonoides, licopeno y vitamina E– y pepinos amargos.

En el envejecimiento influyen muchos factores, pero los expertos estiman que la alimentación es responsable de alrededor del 30% de la longevidad. Cuando se han estudiado los hábitos de vida en aquellos lugares del mundo donde se concentra el mayor porcentaje de centenarios –lo que se conoce como ‘zonas azules’– se ha comprobado que comparten ciertos aspectos en su alimentación, y es que en todos los casos sus habitantes llevan una dieta baja en calorías, con pocas grasas animales, muchos vegetales, y poco azúcar.

La isla griega de Ikaria es otro reducto de personas longevas con muy buena salud. Expertos de la Universidad de Atenas han estudiado a los habitantes de más de 65 años de esta bella isla que toma su nombre de Ícaro –el héroe de la mitología griega que consiguió volar gracias a unas alas de cera–, y que está situada frente a la costa de Turquía, en el mar Egeo, para tratar de descubrir su secreto: sus habitantes tienen un promedio de vida diez años superior al resto de europeos.

Estos especialistas han podido observar que aunque los isleños también sufren enfermedades cardiovasculares y cáncer, ellos las desarrollan, de media, unos diez años más tarde que la mayoría de la población del resto de Europa.

Entre los factores que contribuyen a su salud y longevidad, la alimentación parece jugar también un importante papel. Siguen una dieta mediterránea, especialmente rica en pescado y verduras y con poca carne roja. Cocinan con aceite de oliva y beben un vino típico de la isla, sin conservantes ni aditivos. Utilizan hierbas silvestres, tanto en la cocina como para preparar infusiones, y de hecho muchos ancianos toman diariamente un té con hierbas como salvia, menta tomillo, y manzanilla, al que añaden miel de abejas locales.

En cuanto a su estilo de vida, hay que destacar que en la isla prima la tranquilidad y sus habitantes no suelen sufrir estrés, acostumbran a dormir la siesta a mediodía, son físicamente activos incluso a edades avanzadas, y mantienen una buena red de relaciones sociales. Además, las tasas de tabaquismo son bajas.

DIETA OKINAWA, EL SECRETO DE LA LONGEVIDAD

21 julio 2014

DIETA OKINAWA, EL SECRETO DE LA LONGEVIDAD

Japón tiene el récord de país con el mayor número de centenarios, y los habitantes de Okinawa –una de sus islas–, no sólo son los seres humanos más longevos del planeta, sino que además disfrutan de un envidiable estado de salud.

Científicos de todo el mundo, que han estudiado el fenómeno, han comprobado que en Okinawa la incidencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer, dos de las principales causas de muerte en el mundo, es muy baja. Y parece que han llegado a la conclusión de que el tipo de alimentación tiene mucho que ver en su larga y saludable vida.

¿Y qué es lo que comen los okiwaneses? Craig Willcox, uno de los autores del libro “El Programa Okinawa”, explica las principales características de su dieta, que incluye pescado –una media de tres raciones semanales–, verduras, soya, cereales integrales, algas kombu –que tienen un alto contenido en yodo–, tofu, calamares y pulpo. Entre los vegetales que más consumen destacan una especie de batata morada –rica en carotenoides, flavonoides, licopeno y vitamina E– y pepinos amargos.

En el envejecimiento influyen muchos factores, pero los expertos estiman que la alimentación es responsable de alrededor del 30% de la longevidad. Cuando se han estudiado los hábitos de vida en aquellos lugares del mundo donde se concentra el mayor porcentaje de centenarios –lo que se conoce como ‘zonas azules’– se ha comprobado que comparten ciertos aspectos en su alimentación, y es que en todos los casos sus habitantes llevan una dieta baja en calorías, con pocas grasas animales, muchos vegetales, y poco azúcar.

La isla griega de Ikaria es otro reducto de personas longevas con muy buena salud. Expertos de la Universidad de Atenas han estudiado a los habitantes de más de 65 años de esta bella isla que toma su nombre de Ícaro –el héroe de la mitología griega que consiguió volar gracias a unas alas de cera–, y que está situada frente a la costa de Turquía, en el mar Egeo, para tratar de descubrir su secreto: sus habitantes tienen un promedio de vida diez años superior al resto de europeos.

Estos especialistas han podido observar que aunque los isleños también sufren enfermedades cardiovasculares y cáncer, ellos las desarrollan, de media, unos diez años más tarde que la mayoría de la población del resto de Europa.

Entre los factores que contribuyen a su salud y longevidad, la alimentación parece jugar también un importante papel. Siguen una dieta mediterránea, especialmente rica en pescado y verduras y con poca carne roja. Cocinan con aceite de oliva y beben un vino típico de la isla, sin conservantes ni aditivos. Utilizan hierbas silvestres, tanto en la cocina como para preparar infusiones, y de hecho muchos ancianos toman diariamente un té con hierbas como salvia, menta tomillo, y manzanilla, al que añaden miel de abejas locales.

En cuanto a su estilo de vida, hay que destacar que en la isla prima la tranquilidad y sus habitantes no suelen sufrir estrés, acostumbran a dormir la siesta a mediodía, son físicamente activos incluso a edades avanzadas, y mantienen una buena red de relaciones sociales. Además, las tasas de tabaquismo son bajas.

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