Todos aquellos que hayan perdido a un ser querido sabrán que pocas cosas resultan más traumáticas en el proceso de duelo que tirar a la basura las pertenencias del familiar tras un arduo proceso de selección entre lo necesario y lo prescindible. La imagen de las cajas llenas de los bienes del familiar perdido nos hace enfrentarnos a la inutilidad de lo material, pero también nos hace sentir culpables al deshacernos de todos aquellos objetos hacia los que el muerto sentía un particular cariño y, por lo tanto, de los que no quería deshacerse.

Para poner remedio a esta triste situación, los suecos tienen algo llamado “dostadning”, que significa “limpieza de muerte” (de ‘dö’, “muerte” y ‘städning’”, “limpieza”). Se trata, básicamente, de deshacernos de todo lo que no necesitamos antes de pasar a mejor vida, ahorrando a nuestra familia pasar tan mal trago y, de paso, poniendo en perspectiva lo que realmente necesitaremos durante el resto de nuestra vida y lo que no. Algo cada vez más importante a medida que acumulamos más y más objetos en nuestros domicilios.

El término se ha puesto de moda durante los últimos días gracias al libro ‘The Gentle Art of Swedish Death Cleaning: How to Free Yourself and Your Family from a Lifetime of Clutter’, el primer libro deMargareta Magnusson, una sueca de “entre 80 y 100 años” que en este volumen proporciona unas cuantas claves para (re)ordenar nuestras vidas antes de que sea demasiado tarde.

Se trata de dejar de pensar en nosotros mismos y hacerlo en los que dejamos atrás. A estos no solo les pueden resultar totalmente inservibles nuestras pertenencias, sino que hay determinados objetos que no se atreverán a tirar.  La autora probablemente se dio cuenta de lo mucho que habría ganado de haberlo sabido antes tras pasar un año tirando las pertenencias de su marido después de que este muriese. “No es justo que tu familia tenga que preocuparse por todas tus cosas”, recuerda.

Así visto, podía parecer que el ‘dostadning’ es algo tan solo para ancianos. Sin embargo, Magnusson recomienda hacerlo a cualquier edad, como una manera de distinguir entre lo esencial y lo accesorio. “Mi lema es que si no lo amas, tíralo; si no lo usas, tíralo también. Sin embargo, si tuviésemos que concretar una edad en la que ponernos a hacer limpia de una vez por todas antes de que sea tarde, los 65 años, coincidiendo con la jubilación y el albor de la Tercera edad, pueden ser una buena elección.

Es fácil decirlo pero ¿cómo tirar a la basura décadas y décadas de recuerdos, pertenencias, tonterías que no recordábamos haber comprado y souvenirs que alguien nos regaló y que guardamos en un cajón para que pasasen la eternidad llenándose de polvo? El primer paso nunca deberían ser las fotografías, recuerda la reseña del libro publicada en ‘The Washington Post’. La razón es simple: es probable que, debido al peso emocional de las mismas, nos sintamos sobrepasados y prefiramos dejarlo de lado. Algo que puede aplicarse a otros objetos que sintamos cercanos. Eso sí, debemos tener presente que es un proceso que jamás termina: “Nunca has acabado de hacer limpieza porque nunca sabes cuándo vas a morir, así que sigue y sigue”, recuerda Magnusson.

Al que le haya picado la curiosidad este particular sistema de limpieza, puede apuntar otros de los consejos que, más o menos irónicos, proporciona la sueca en su libro. Por ejemplo, dejar apuntadas las contraseñas que puedan necesitar nuestros descendientes para acceder a determinadas cuentas. En lugar de guardar los regalos que son bonitos pero que no necesitamos, se los podemos dar a aquellas personas que lo necesitan, o hacer lo propio con lo que hemos guardado en el armario durante demasiado tiempo; así aliviaremos la mala conciencia de tirar cosas a la basura.

Cabe otra posibilidad, y es crear una lista de cosas “prescindibles pero no por ahora”. Es decir, todo aquello que utilizaremos mientras aún estamos vivos, pero que no interesarán a nadie una vez partamos. Magnusson anima a los lectores a hacer una caja con esas “cosas que solo te interesan a ti”. Otro truco para facilitar las cosas es condicionarte positivamente ante las limpiezas pre deceso premiándote cada vez que lo haces. “No te olvides a ti mismo”, recuerda. En su caso, la sueca se iba de viaje sola todo un fin de semana para hacer algo de jardinería después de enfrentarse a su mortalidad en forma de bolsas de basura.

LA LIMPIEZA SUECA O “DOSTADNING”: EL FAVOR QUE DEBERÍAMOS HACERLE A NUESTRAS FAMILIAS

09 noviembre 2017

LA LIMPIEZA SUECA O “DOSTADNING”: EL FAVOR QUE DEBERÍAMOS HACERLE A NUESTRAS FAMILIAS

Todos aquellos que hayan perdido a un ser querido sabrán que pocas cosas resultan más traumáticas en el proceso de duelo que tirar a la basura las pertenencias del familiar tras un arduo proceso de selección entre lo necesario y lo prescindible. La imagen de las cajas llenas de los bienes del familiar perdido nos hace enfrentarnos a la inutilidad de lo material, pero también nos hace sentir culpables al deshacernos de todos aquellos objetos hacia los que el muerto sentía un particular cariño y, por lo tanto, de los que no quería deshacerse.

Para poner remedio a esta triste situación, los suecos tienen algo llamado “dostadning”, que significa “limpieza de muerte” (de ‘dö’, “muerte” y ‘städning’”, “limpieza”). Se trata, básicamente, de deshacernos de todo lo que no necesitamos antes de pasar a mejor vida, ahorrando a nuestra familia pasar tan mal trago y, de paso, poniendo en perspectiva lo que realmente necesitaremos durante el resto de nuestra vida y lo que no. Algo cada vez más importante a medida que acumulamos más y más objetos en nuestros domicilios.

El término se ha puesto de moda durante los últimos días gracias al libro ‘The Gentle Art of Swedish Death Cleaning: How to Free Yourself and Your Family from a Lifetime of Clutter’, el primer libro deMargareta Magnusson, una sueca de “entre 80 y 100 años” que en este volumen proporciona unas cuantas claves para (re)ordenar nuestras vidas antes de que sea demasiado tarde.

Se trata de dejar de pensar en nosotros mismos y hacerlo en los que dejamos atrás. A estos no solo les pueden resultar totalmente inservibles nuestras pertenencias, sino que hay determinados objetos que no se atreverán a tirar.  La autora probablemente se dio cuenta de lo mucho que habría ganado de haberlo sabido antes tras pasar un año tirando las pertenencias de su marido después de que este muriese. “No es justo que tu familia tenga que preocuparse por todas tus cosas”, recuerda.

Así visto, podía parecer que el ‘dostadning’ es algo tan solo para ancianos. Sin embargo, Magnusson recomienda hacerlo a cualquier edad, como una manera de distinguir entre lo esencial y lo accesorio. “Mi lema es que si no lo amas, tíralo; si no lo usas, tíralo también. Sin embargo, si tuviésemos que concretar una edad en la que ponernos a hacer limpia de una vez por todas antes de que sea tarde, los 65 años, coincidiendo con la jubilación y el albor de la Tercera edad, pueden ser una buena elección.

Es fácil decirlo pero ¿cómo tirar a la basura décadas y décadas de recuerdos, pertenencias, tonterías que no recordábamos haber comprado y souvenirs que alguien nos regaló y que guardamos en un cajón para que pasasen la eternidad llenándose de polvo? El primer paso nunca deberían ser las fotografías, recuerda la reseña del libro publicada en ‘The Washington Post’. La razón es simple: es probable que, debido al peso emocional de las mismas, nos sintamos sobrepasados y prefiramos dejarlo de lado. Algo que puede aplicarse a otros objetos que sintamos cercanos. Eso sí, debemos tener presente que es un proceso que jamás termina: “Nunca has acabado de hacer limpieza porque nunca sabes cuándo vas a morir, así que sigue y sigue”, recuerda Magnusson.

Al que le haya picado la curiosidad este particular sistema de limpieza, puede apuntar otros de los consejos que, más o menos irónicos, proporciona la sueca en su libro. Por ejemplo, dejar apuntadas las contraseñas que puedan necesitar nuestros descendientes para acceder a determinadas cuentas. En lugar de guardar los regalos que son bonitos pero que no necesitamos, se los podemos dar a aquellas personas que lo necesitan, o hacer lo propio con lo que hemos guardado en el armario durante demasiado tiempo; así aliviaremos la mala conciencia de tirar cosas a la basura.

Cabe otra posibilidad, y es crear una lista de cosas “prescindibles pero no por ahora”. Es decir, todo aquello que utilizaremos mientras aún estamos vivos, pero que no interesarán a nadie una vez partamos. Magnusson anima a los lectores a hacer una caja con esas “cosas que solo te interesan a ti”. Otro truco para facilitar las cosas es condicionarte positivamente ante las limpiezas pre deceso premiándote cada vez que lo haces. “No te olvides a ti mismo”, recuerda. En su caso, la sueca se iba de viaje sola todo un fin de semana para hacer algo de jardinería después de enfrentarse a su mortalidad en forma de bolsas de basura.

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